La carrera como fotógrafo de Philippe Halsman -a pesar de haber estudiado ingeniería- arrancó en los años treinta en París, en un pequeño estudio que abrió en el barrio de Montparnasse. Allá fotografíó -con una cámara de de doble lente construida por él mismo- a muchos de los artistas de la época. Entre ellos André Malraux y Marc Chagall, además del arquitecto Le Corbusier. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Halsman decidió abandonar Europa y marcharse con su familia a Estados Unidos. En 1941, al poco de llegar a Nueva York, conoció a Salvador Dalí y sus particulares universos conectaron immediatamente. Ambos colaboraron durante 37 años, inspirados por la imaginación surrealista del pintor catalán y la fabulosa técnica del fotógrafo nacido en Riga (Letonia) en 1906. Su amistad fue tan prolífica e intensa que Halsman incluso realizó una serie fotográfica con el peculiar bigote de Dalí como protagonista. Las ganas de jugar y experimentar de ambos genios pueden resumirse en una foto: Dalí Atomicus, sinónimo de fantasía, movimiento, pasión y mucha locura.
«Cuando le pides a una persona que salte, su atención se dirige en gran parte al acto de saltar en sí y la máscara cae con lo cuál aparece la persona real». Philippe Halsman convenció a muchos famosos a los que fotografiaba para que saltaran espontáneamente ante su objetivo. Éste era su proyecto más personal, en el que invirtió mucho tiempo y energía (¡lo que le costó convencer a Marilyn Monroe!) y cuyas mejores instantáneas recopiló en el libro Philippe Halsman’s Jump Book (1959), que a su vez dio nombre al fenómeno jumpology. Entre sus páginas hay imágenes inolvidables, como la de una jovencita Brigitte Bardot saltando en bañador, una Jean Seberg haciéndolo al unísono con su gato o una tímida Audrey Hepburn.
Philippe Halsman era muy conocido por sus maravillosos retratos (empezó en la época del blanco y negro, pero fue uno de los pioneros en experimentar con el color), que ocuparon hasta 101 portadas de la revista Life, aunque publicó en la mayoría de revistas euorpeas y norteamericanas. Políticos, actores, directores de cine, artistas, cantantes, científicos, miembros de la monarquía (o lo que es lo mismo: Richard Nixon, Grace Kelly, Alfred Hitscock, Jean Cocteau, Ray Charles, Albert Einstein, los Duques de Windsor…). Todos querían posar para Halsman, que supo mantener una carrera larga y prestigiosa hasta su muerte en 1979 . «Cada rostro que veo parece esconder -y a veces fugazmente revelar – el misterio de otro ser humano. La captura de esta revelación se convirtió en el objetivo y en la pasión de mi vida». Sus retratos hablan por sí solos, como puede comprobarse en CaixaForum Barcelona, en la restrospectiva Sorprèn-me!, ¡Sórprendeme!, Surprise me!, que repasa la espectacular carrera de Halsman a través de 300 fotografías.
–> La expo ¡Sorpréndeme! puede visitarse en el CaixaForum de Barcelona hasta el próximo 6 de noviembre de 2016