Calles empedradas, fachadas decoradas con azulejos, balcones llenos de ropa tendida, bares de mala muerte… y una pincelada de decadencia. El viejo Porto mantiene intacto su encanto de ciudad portuaria, perfumada por el salitre que sube del río Douro. Pero en los últimos tiempos, una nueva Porto florece a través de las grietas. Una ciudad más cosmopolita que se dibuja en pequeños cafés, restaurantes, galerías de arte y tiendas pensadas para el visitante contemporáneo. Así se reinventa Porto, una ciudad abierta y seductora, que ha culminado su transformación con la imponente Casa da Música de Rem Koolhaas y el elegante Museo de Arte Contemporáneo de Álvaro Siza Vieira, rodeado de unos jardines evocadores.
Pasear por la elegante Avenida dos Aliados hasta la estación de tren de Sao Bento os hará sentir como en un boulevard parisino. Visitar el mercado de Bolhao es un viaje en el tiempo, una postal folklórica que merece finalizar con una copa de vino y unas sardinas de lata. Las tiendas y galerías de arte de la Rua Miguel Bombarda y alrededores muestran la ganas de Porto de ser moderna, aunque locales con tanta solera como la librería Lello (dicen que aquí se inspiró J.K. Rowling para escribir Harry Potter) y la tienda de diseño y artesanía A Casa Portuguesa –que ocupa una preciosa sastrería antigua- merecen una visita. La zona de Cedofeita marca la animada vida nocturna de la ciudad. Para cenar y una primera copa, imprescindible la calle Galeria de París o bien adentrarse en el barrio judío. Allá se encuentra el restaurante Miss’Opo, un local con mucho encanto donde también ofrecen alojamiento.
En Porto siempre hay una iglesia para visitar como la Igreja do Carmo, que tiene una espectacular fachada lateral de azulejos, o la de Sao Francisco, que puede presumir de un impresionante interior barroco. Si llegáis a esta iglesia es que ya habéis bajado a Ribeira, el barrio que se vuelca al Douro. Un paseo a lo largo del río ofrece vistas inmejorables del puente Dom Luís I, un mastodóntico esqueleto de hierro que proyectó un discípulo de Gustave Eiffel. Las mejores puestas de sol de Porto se disfrutan desde Nova Vila de Gaia, al otro lado del río. Solo tenéis que cruzar el puente a pie para ver como la ciudad se va tiñendo lentamente de rosa y dorado. Además, este agradable paseo tiene un premio muy dulce: en Gaia están las grandes bodegas que comercializan Porto, el deliciosos vino mezclado con brandy que ha dado fama mundial a esta bella ciudad portuguesa. No probarlo es un pecado.