Hay revistas que nunca defraudan. Y Matador es una de ellas. R, el último número, trae un artículo sobre el “primer Pantone” firmado por David J. Mabberley. ¿Cómo? ¿El primer Pantone? El título ya es toda una declaración de intenciones, además de una ingeniosa manera de bautizar la enigmática carta de colores que el naturalista checo Tadeo Haenke pintó a finales del siglo XVIII. Este cuadernillo, formado por cuatro láminas plegadas, servía para representar y identificar cromáticamente las flores del mundo. Reúne casi 2.500 variaciones de color y se conserva en el archivo del Real Jardín Botánico de Madrid.
Según explica Mabberley, en aquella época las cartas de colores eran la única manera de estandarizar la pintura de plantas y convertirla, por ende, en una actividad científica y reglada. Otra de las grandes virtudes del bello cuadernillo de Haenke –inspirado originalmente en el del austriaco Ferdinand Bauer, que contaba con “solo” 140 tonos– es la comunión entre arte y ciencia. O, dicho de otro modo, entre acuarela precisa y observación minuciosa.
Haenke tenía espíritu aventurero y se enroló como científico en la expedición de Alejandro Malaspina a la caza y captura del color de las flores. Una viaje rumbo al Pacífico que empezó en 1789 y terminó en 1794. Pero lo dejamos aquí… Ahora es deber del lector descubrir la azarosa vida del «primer Pantone» en el documentado artículo de Mabberley (aunque solo por las preciosas imágenes que acompañan el texto ya vale la pena comprar Matador R, dedicado precisamente a la botánica).
Matador R. De botánica (www.clubmatador.com)