El diseñador industrial Álvaro Catalán de Ocón tiene una especial querencia por la iluminación: le fascina la parte abstracta de la luz y la parte concreta del objeto. Una dualidad que le permite crear lámparas singulares. Un buen ejemplo sería la Glow Brick, su proyecto de final de carrera en la Central Saint Martins de Londres, que aún fabrica y distribuye Suck UK. Antes de instalarse en Madrid, su ciudad natal, Catalán de Ocón abrió un estudio en Barcelona, donde pasó cinco años, de 2004 a 2009. De allí salió otra de sus míticas lámparas: La Flaca, que le valió el Design Plus Award en Frankurt y que comercializó Metalarte.
A pesar de estos y de otros interesantes diseños lumínicos como la Cornucopia y Candil, el proyecto más popular de Catalán de Ocón son las PET Lamp, unas lámparas construidas por artesanos indígenas a partir de botellas recicladas. Originalmente, las PET Lamp formaban parte de un proyecto de concienciación sobre la contaminación plástica que sufre el Amazonas colombiano. Pero en poco tiempo todo se aceleró y estas bonitas lámparas de colores ya se han convertido en una referencia en cuanto a sostenibilidad y solidaridad. Los primeros en prestar sus habilidosas manos fueron pequeñas comunidades de artesanos de Colombia, a los que siguieron otras de Chile. La tercera colección –de nombre Abyssinia– la han fabricado mujeres de Etiopía, que se han inspirado en un recipiente circular decorado con alegres motivos geométricos en el que tradicionalmente se sirve la comida.
El proyecto PET Lamp no para de crecer y ya ha echado raíces en comunidades de artesanos de Australia, Sudáfrica y Japón. Todavía habrá que esperar unos meses para conocer las nueva colecciones de unas lámparas que suman diseño, tecnología y artesanía de la mejor manera posible.